28 de febrero de 2011

ALVIN BALTROP




Nueva York, década de 1970: la ciudad, llena de aventuras nocturnas y peligros, se despierta con jaqueca de la borrachera y los psicotrópicos de la década anterior. El sur de la isla de Manhattan se puebla de gente de hampa, grafiteros, bohemios, crápulas, maleantes y vagabundos. Un lugar idóneo para todos aquellos que buscan camuflarse, pasar inadvertidos y, sobre todo, dar rienda suelta a las fantasías sexuales largamente reprimidas. Dicho de una manera más literaria, nos encontramos ante el escenario ideal para que personajes como Jean Genet o Pasolini camparan a sus anchas.

Alvin Baltrop (1948-2004), fotógrafo negro y homosexual nacido en el Bronx, conoce, por sus propias circunstancias, todo lo que se cocina en el subsuelo de la Gran Manzana. Apunta con el objetivo en blanco y negro de su cámara a los almacenes abandonados y muelles industriales del West Side y se convierte en testigo silencioso de lo que allí sucede. Estamos ante los orígenes del cruising. Decenas de homosexuales anónimos se citan clandestinamente en los destartalados y ruinosos decorados en búsqueda de placeres carnales. Un mundo que huele a sudor, a vaselina, a semen y a sangre.




Lo que en principio se presenta como la orgía perfecta no tarda en complicarse. Las violaciones, los crímenes más inmundos y el envilecimiento extremo hacen acto de presencia. La decadencia moral y la droga echan un pulso a todos cuantos deambulan por ahí. La idea de una cofradía de machos vigorosos basada en los intereses y en la complicidad sexual se desvanece en poco tiempo.

Alvin, a quien le gustaba jugar fuera de la ley y sentirse en peligro, es atacado por críticos reaccionarios y activistas de los derechos homosexuales. Consideran que su obra no es arte, sino un sucio juego de vouyerismo. Como si fuese una rata de alcantarilla, es denostado de las parillas artísticas de la ciudad.

Su mirada y acercamiento a un ambiente tan salvaje, cargado y frenético, es admirable y compleja. Como suele pasar en estos casos, el reconocimiento (recientemente ha sido portada de Artforum) ha sido póstumo. No podría ser de otra manera.

22 de febrero de 2011

PENGUIN REVISITED



El gran descubrimiento de la recién clausurada y aplaudida feria de ARCO han sido los lienzos del artista y escritor británico Harland Miller. Con la dosis justa de ironía y mucho sentido del humor, Harland rinde homenaje en su serie de pinturas más reconocidas a todo lo que me gusta: la editorial Penguin y sus clásicos, los libros de segunda mano, la pintura, Ed Ruscha, Evelyn Waugh y Jarvis Cocker.

En el año 2000 hizo su debut literario con la novela Slow down Arthur, Stick to Thirty, y al año siguiente comenzó con esta serie en la galería londinense White Cube.

Como se puede leer en uno de estos cuadros, "Too cool to die"






13 de febrero de 2011

¡AQUÍ NO SE BORDAN COJINES, SEÑORITA!





Fue lo que le dijo, o al menos eso dice el romancero popular, Le Corbusier a una joven Charlotte Perriand que buscaba trabajo. Pocos días después, tras descubrir algunos de sus bocetos, la llamó para que se incorporara a su estudio. El resto es historia...

8 de febrero de 2011

EL ESTADO MENTAL



En una época convulsa,
de arenas movedizas,
cambios de orden
y desordenes,
deriva existencial
y crisis emocional,
se hacía más que necesaria
una acción como esta.

Es la prueba de que no somos testigos mudos,
de que la abulia no nos domina
y de que todavía nos quedan fuerzas
para reflejar el espíritu de la época.

Algo cambió para siempre
y el discurso de
big names como Borja Cassani o Manuel Borja-Villel,
reconocidos fanzineros de la subcultura,
Galactus y Grace Morales,
periodistas del siglo XXI,
Iker Seisdedos,
artistas con verbo,
Chema Madoz, Guillermo Paneque,
o Juan Zamora,
y escritores con pedigrí,
Amador Fernández-Savater y
Marcos Giralt
nos invita a reflexionar.
¡Tenemos que hablar YA!


Estado Mental a la venta en quioscos o pinchando aquí.


5 de febrero de 2011

¿QUIÉN ES EL HOMBRE DE LA IZQUIERDA?



Lo diré una sola vez
Dilo
Voy a decirlo
Dilo
Voy a decirlo
Dilo

Escudo flamenco

Dilo otra vez
No sé
Dilo otra vez
¿Lo digo?
Dilo otra vez
No sé

Ese pedazo de tío...