12 de enero de 2007

TECNO-FATIGUE


“I just paint what I see around me. So I started painting my friends, and looking for a gesture that was of my time. My time was people smoking and drinking, and I painted that…. When I started painting portraits in the 1950s, people called them cold, inhuman. Thirty years later, they started saying they were tender.” -- Alex Katz

No recuerdo quién dijo que la pintura es la cucaracha del mundo del arte, “you just can’t kill it”. Da igual el golpe que le des o el medio utilizado: vídeo o instalación; la pintura se erguirá como Lázaro, pero el doble de fuerte. La verdad es que termina el imperio del arte digital, vídeo o multimedia, emergiendo de nuevo la pintura. Tal como el Terminator, la pintura está de vuelta, coexistiendo, no obstante, con los demás medios de representación artística.

El epicentro de este retorno es la escuela de Leipzig en la antigua RDA, donde la pintura se ha mantenido firme, debido al fuerte peso del arte realista y social y al aislamiento en lo que se refiere a la influencia occidental. “Las desventajas son de sobra conocidas” comenta Arno Rink, un ex profesor de la escuela, “pero si quieres hablar de ventajas se puede decir que eso nos ha permitido continuar en la tradición de Lucas Cranach y Max Beckmann; además, nos ha salvado de la influencia de Joseph Beuys”. Sin embargo, el líder o rockstar de la nueva escuela de Leipzig es Neo Rauch, que muy poco tiene que ver con Carnach y Beckmann; los cuadros de Rauch son más bien una extraña mezcla de cultura stalinista con surrealismo-kitsch americano (pinturas chillonas, nostálgicas y de mal gusto, con representaciones de trabajadores con uniformes vintage de los años cincuenta ejecutando trabajos físicos de carácter enigmático, muy del agrado de los coleccionistas americanos). Todo nos lleva a creer que la nueva escuela de Leipzig no pasa de una operación de marketing preparada hábilmente por los art daelars de Berlín y Nueva York.



Por otro lado, el publicista Saatchi llevó a cabo, en una otra extraordinaria operación de marketing, una gran exposición llamada The Triumph of Painting en 2005, compuesta por pintores estrella de su colección tales como Martin Kippenberger, Peter Doig, Marlene Dumas, Luc Tuymans o Jorg Immendorff y por los en ese entonces anónimos y bautizados “young key artits" ¿El resultado del movimiento? Pues todos los demás jóvenes pintores que ahora mismo están exponiendo en Londres pintan para que les compre el señor Saatchi. El último premio Turner, que se adjudicó a Tomma Absts (Kiel, Alemania) con una serie de cuadros abstractos, reafirma una vez más (por enésima vez) el regreso de la pintura al centro de la movida artística. También en la escena de Londres, ya el Stuckismo, movimiento artístico fundado em 1999 en Inglaterra con el objetivo de promocionar la pintura figurativa en oposición al arte conceptual y a la post-modernidad, pretendió ser una alternativa al Brit Art (Damien Hirst, Chris Ofili, los hermanos Chapman…) patrocinada por Saatchi. Una de las declaraciones más contenciosas y radicales fue la de que “los artistas que no pintan no son artistas”.
En el mes de diciembre tuvo lugar a ART BASEL MIAMI BEACH, la feria de arte hermana de la feria de de Basilea en Suiza, donde gran parte del artistas cutting-edge eran pintores. Y aparte de las grandes ferias internacionales de arte contemporáneo, las bienales cada vez exhiben más y más pintura. Como bien sabemos el mercado marca tendencias; no es que la práctica del arte sea siempre lo mismo que el mercado pero el arte es muy proclive a dejarse domesticar.

Mas allá de todos estas operaciones de marketing o movimientos histriónicos, hay que ser consciente de las intenciones y de la mala racha de un “post-everything world”, que se traduce en una especie de escepticismo hacia cualquier tipo de compromiso; es absolutamente reductor decir que la popularidad de la pintura no pasa de un impulso del mercado o de una simple actitud retro. La pintura siempre ha sido, y lo sigue siendo, un medio idóneo para reflexionar sobre el significado del arte; además, puede ser concebida de un modo conceptual siendo absurdo encasillarla en una mera actividad de salón hedonista y académica. Es verdad que durante un corto periodo de tiempo fue ofuscada por la excesiva omnipresencia del video y el arte digital en general, pero al final sus métodos de representación y transformación se han visto enriquecidos por lo que le han aportado eses medios. La pintura es una forma de representación como otra cualquiera; por eso, no hay lugar para teorías exclusionistas emergentes, vengan de donde vengan; y hay que desconfiar de cualquier actitud afectada, auto-complaciente de tipo “fashion-show” que cada vez se impone más en el mundo del arte contemporáneo; y neones como el retorno de la pintura o the triunph of painting, no pasan de ser trucos y malabarismos aburridos y perniciosos.

Edited by Chico Careca

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